“Nunca olvidaré la impresión que me causó la Plaza Mayor de Salamanca cuando la vi por primera vez”. Así expresó su emocionada admiración el embajador del Reino Unido en España, Hugh Elliott, en el transcurso de un almuerzo que mantuvo el lunes, 17, con una docena de miembros de Alumni pertenecientes al Capítulo de Madrid.
En un ambiente relajado, con mesa y mantel de por medio, Hugh Elliott dio cuenta de un buen número de anécdotas y vivencias personales relacionadas con sus experiencias salmantinas. Así, por ejemplo, contó cómo llegó casi por casualidad a Salamanca para dar clases de inglés durante un verano en los años ochenta. Nada más instalarse en un piso compartido con otros estudiantes en la calle Espoz y Mina, salió al exterior y encaminó sus pasos a través del Pasaje de la Caja de Ahorros. La visión de la Plaza Mayor fue como una aparición. Confiesa que el espectáculo de esa singular mezcla de arte y vida bulliciosa le cautivó para siempre. En Salamanca conoció a la mujer que hoy es su esposa, Toñi, licenciada en Filología Inglesa, con quien se casaría al cabo de un tiempo en la mismísima capilla de la Universidad.
No cabe duda de que estamos ante el embajador más mediático, afable, sencillo y accesible de cuantos ha tenido en España Su Graciosa Majestad. Por supuesto que la aventura del viaje en bicicleta a través de Francia, la obligada estancia en Burgos esperando recuperar ese medio de transporte como consecuencia de un inoportuno extravío, la hospitalidad con la que fue acogido en esa ciudad y todas las vicisitudes que los medios se han encargado de airear, constituyen una inmejorable carta de presentación de este joven diplomático que en poco tiempo ha alcanzado la cúspide del escalafón, después de haber pasado por diferentes cometidos y responsabilidades a lo largo y ancho de una brillante trayectoria profesional en diferentes países.
Cuando desde el Capítulo de Alumni de Madrid se solicitó su presencia para mantener un encuentro y charlar de todo un poco, apenas tardó unas horas en dar una respuesta afirmativa. El paso siguiente fue encontrar un hueco en su apretada agenda y reservar el restaurante. La reunión no pudo ser más distendida y cordial. Entre plato y plato, y al hilo de las preguntas y observaciones de los comensales, Hugh Elliott fue desgranando anécdotas, impresiones y opiniones acerca de un sinfín de asuntos que hoy día preocupan tanto a los británicos como a los españoles. Obviamente, se habló del Brexit y sus consecuencias, de las políticas educativas, de economía, de la situación internacional, de los diferentes puntos de encuentro –y desencuentro— de nuestros dos países y de otras muchas cuestiones institucionales y hasta personales que pusieron de manifiesto las dotes diplomáticas, el sentido del humor y el talante de buen conversador de Hugh Elliott. Y también algo muy importante para Alumni: el compromiso de él y de su esposa con nuestra Asociación y, por extensión, con nuestra Universidad, a la que ambos se sienten muy unidos. Vaya por delante, pues, nuestro reconocimiento.