Asociamos el birrete a la Universidad. A Doctores y Catedráticos, tanto a los que están en activo como a los eméritos. Pero en otros tiempos fue prenda de Reyes.

Motes, apodos, alias, seudónimos… Personajes famosos como “el Greco” o “el manco de Lepanto” los llevaron. También casi todos nuestros Reyes.

D. Juan Carlos I no lo tuvo mientras reinó. Pero tras su abdicación se acuñó para él un sobrenombre, que sin responder al verdadero título que ostenta, es el que se ha consolidado entre el público y los medios de comunicación: el emérito.

No tuvieron mote los Reyes Godos, pues ya tenían bastante con aquellos nombres.
Surgen al comenzar la Reconquista y los hay en los dos bandos. Recordemos a Tarik “el tuerto” o a Fruela “el leproso”.

Sin duda, el Rey que pasó a la posteridad con el mejor alias fue Felipe “el hermoso”, el marido de Juana “la loca”. Y uno de los peor parados fue Pedro I “el cruel”.

Personalmente, me gustan el de Pedro IV “el ceremonioso” y el de Martín I “el humano”.

José I Bonaparte tuvo tres: “Pepe botella”, aunque todo el mundo sabe que era abstemio, “Pepe plazuelas” por su obsesión urbanística en detrimento de conventos y otros caseríos, y “el intruso”.

Enrique II fue “el de las mercedes”, por los muchos títulos que otorgó.

Enrique III “el doliente”, Ramiro II “el monje”, Alfonso IV “el benigno”, Fernando I “el honesto”, Alfonso V “el magnánimo”, Ordoño IV “el mudo”, Bermudo II “el gotoso”, Alfonso II “el casto”… no necesitan de mucha explicación.

Célebres son Alfonso X “el sabio” o Jaime I “el conquistador”.

El eclipse del Imperio Español comienza paradójicamente con Felipe IV, conocido como “el Rey planeta”.

No podemos olvidar a Wifredo “el velloso” o a Fernando “el de la cerda”. Este último, que era hijo de Alfonso X el Sabio, nació con un grueso pelo en el pecho y dio lugar al apellido de la Cerda. Su birrete se conserva en el Monasterio de las Huelgas.

 

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Birrete. En la imagen el de D. Fernando de la Cerda. Monasterio de las Huelgas

Hoy desconocen muchos funcionarios la razón por la que a determinados días libres se les llama “moscosos”, y es que ha pasado mucho tiempo desde que los introdujera aquel ministro llamado Javier Moscoso. Del mismo modo habrá que explicar a las siguientes generaciones el porqué de ese sobrenombre de D. Juan Carlos. Un Rey que ostentó corona y que también podría usar birrete por ser Doctor Honoris Causa entre otras Universidades por las de Harvard, Oxford, la Sorbona o Bolonia.

Y si bien emérito no es un mal apodo para la posteridad, conviene aclarar que lo de emérito fue una errónea expresión periodística. Y que aunque fue usada de forma peyorativa y con desdén por algunos, lo cierto es que se trata de un término que otorga distinción a quien lo lleva y que designa a quien se ha retirado de un cargo relevante y disfruta del reconocimiento por sus servicios y méritos.