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El pasado 11 de marzo se presentó el informe titulado “La parte y el todo. El impacto económico de la Universidad de Salamanca”, dirigido por Rafael Muñoz de Bustillo Llorente y elaborado, además, por Rafael Bonete Perales, Miguel Carrera Troyano, Fernando Esteve Mora y Rafael Grande Martín. Se trata de un estudio minucioso, bien planteado metodológicamente, que pone de relieve el impacto económico de la Universidad de Salamanca en su entorno territorial. Las cifras que se ofrecen se corresponden con dinero contante y sonante, calculado con pautas realistas y prudentes, por lo que no se incluyen las inestimadas externalidades positivas a largo plazo que genera el Estudio salmantino como prestador singular del servicio público de la Educación Superior, tanto en la docencia, como en la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+I), como en la divulgación de ciencia y saberes, junto a la creación de cultura, debate e intervención social por la libertad y la igualdad efectivas.
El impacto económico directo que genera la Universidad de Salamanca (USAL) ronda los mil millones de euros anuales, lo que supone el 1% del PIB de Castilla y León y el 7% del de la provincia de Salamanca. Aporta asimismo alrededor del 1,3% del empleo de la Comunidad Autónoma, del que al menos un tercio es de alta calidad. En definitiva, como afirman los autores del informe, “Dada la importancia de la USAL en el conjunto de la economía provincial y regional se podría decir, parafraseando aquella famosa frase del presidente de General Motors, Charles E. Wilson en 1953, «(…) lo que es bueno para el país es bueno para General Motors y viceversa», que lo que es bueno para la Universidad de Salamanca es bueno para las ciudades donde tiene sus sedes y para Castilla y León”. Y es que el “reconocimiento de las externalidades positivas y el efecto económico que se deriva de la actividad de la USAL sobre los territorios que la acogen es especialmente importante en unos tiempos en los que como consecuencia de la crisis sus presupuestos se han visto mermados en una quinta parte en el periodo 2010-14 y el coste soportado por los estudiantes ha aumentado, afectando al número de estudiantes matriculados y reduciendo la cuota de mercado de la USAL en el contexto nacional”.
Estas cuantificaciones, asaz útiles, por cierto, para la adecuada definición de la política universitaria, devienen imprescindibles para concretar la intuición colectiva que lleva a afirmar que la Universidad de Salamanca es la principal “empresa” salmantina, precisamente en este momento en el cual se perfilan las dimensiones que han de cultivarse y proyectarse hacia el futuro con motivo de su VIII Centenario en 2018. Se sabe ahora además que se halla, por su volumen y capacidad de captación de ingresos, entre las veinte entidades más importantes al respecto de Castilla y León. De hecho, y los autores explican con precisión ambos extremos:
a) Cada euro que se invierte en la Universidad de Salamanca origina un retorno de más de seis euros en Castilla y León.
b) La Universidad de Salamanca genera 10.481 empleos equivalentes a tiempo completo.
El sobresaliente impacto económico directo no procede únicamente de un efecto multiplicador de la financiación pública de la Universidad, vía Junta de Castilla y León, ni siquiera del pago de precios de matrícula por los estudiantes. Los gastos efectuados por el personal y los estudiantes, así como por el personal de las empresas que contratan con la Universidad, ya sea en el ámbito del capítulo 2 o del 6 del Presupuesto, gasto corriente o inversiones, dinamizan la economía local, provincial y autonómica. Por ejemplo, la media del gasto mensual por estudiante alcanza los 533 euros (703 euros los estudiantes Erasmus) y del gasto semanal por estudiante de cursos internacionales, los 177,90 euros (3.837.119,70 euros en el año 2013). El informe calcula el peso porcentual de los agentes de gasto en este sentido y ofrece los datos que se indican en el gráfico siguiente, elaborado por los autores.

Se advertía antes que la cuantificación del impacto económico anual, esto es, de esos mil millones de euros, se ha centrado en el gasto directo de la Universidad y los integrantes de la comunidad universitaria en cuanto tales. Mas téngase en cuenta, como indicó Rafael Muñoz de Bustillo en el acto de presentación del informe, que “Si a eso se le añadieran efectos secundarios a través de un hospital que es de mayor tamaño por ser universitario, el Parque Científico con la atracción de empresas, el efecto que tiene en el turismo, que en gran parte viene también por el prestigio de la Universidad, podríamos llegar a un impacto del doble”. Podría hablarse también de los efectos positivos, desde la perspectiva del empleo y de la empresa cultural (creación, producción y gestión), del turismo cultural y patrimonial, de los congresos y de la enseñanza de las lenguas, de constituir una ciudad universitaria multisecular, que ha conducido a la consideración de Salamanca, entre otras, como ciudad patrimonio de la humanidad, capital europea de la cultura y ciudad del español.
En conclusión, quien quiera invertir, que venga a Salamanca y piense en la primera de las universidades españolas e iberoamericanas. Es un negocio rentable individual y colectivamente, personal y socialmente, institucional y empresarialmente.