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Entrevista con Benito Bermejo, el historiador salmantino que desenmascaró a Enric Marco y se convirtió en “personaje” de Javier Cercas.

Una pancarta en español saluda a las tropas norteamericanas que liberan el campo de Mauthausen (5 de mayo de 1945)
El 27 de enero de 2005 Enric Marco ejecuta su actuación suprema. Ese día el Parlamento español conmemora por primera vez el día del Holocausto. Marco habla en nombre de los deportados españoles. Sus palabras conmueven al auditorio.
“Cuando llegábamos a los campos de concentración en esos trenes infectos, para ganado, nos desnudaban completamente, nos quitaban todas nuestras pertenencias; no solamente por razones de rapiña, sino por dejarnos completamente desnudos… Solos, desasistidos, sin nada. Nada que te pudiera recordar el exterior, nada que te pudiera recordar la ternura de alguien que te permitiera seguir viviendo con la esperanza de que la volverías recuperar… Ellos nos desnudaban y luego nos mordían sus perros, nos deslumbraban sus focos, nos gritaban en alemán `linke-recht´ (izquierda-derecha). Nosotros no entendíamos nada y no entender nada te podía costar la vida”.
El relato se ajusta tan previsiblemente a todo aquello que hemos leído y visto en el cine sobre los campos nazis que ninguna televisión se resiste. Enric Marco goza de su minuto de gloria en los informativos de aquel día.

Enric Marco contando su “historia” en el Congreso. 27 de enero de 2005.
Apenas cuatro meses después, Marco se preparaba para otra actuación estelar. El 60 aniversario de la liberación de Mauthausen (Austria). Por primera vez iba a hablar ante un presidente del gobierno español en nombre de los 9.000 presos de nuestro país deportados a campos nazis. Pero en el último momento, la presencia de Marco se cancela. Alega una indisposición. La verdadera razón es otra. Había circulado de manera soterrada entre algunos de los participantes en el acto, tanto en la asociación de deportados de Mauthausen, que Marco presidía, como en los aledaños de la presidencia del Gobierno. La noticia se hace pública unos días después en las páginas de El País: Enric Marco, el presidente de Amicale de Mauthausen, era un farsante. Nunca había sido deportado. Sí estuvo en la Alemania nazi, pero como trabajador voluntario enviado por la España de Franco.
El giro radical de la historia de Marco entre enero y mayo de 2005 se debe a Benito Bermejo, un historiador que trabaja por libre, sin sueldo fijo ni plaza de funcionario, especializado en la historia de los deportados españoles. El descubrimiento que hizo sobre el entonces presidente de la Amicale de Mauthausen le ha convertido en “personaje” de El Impostor, la novela de Cercas sobre las sucesivas mentiras vitales de Enric Marco.

El historiador Benito Bermejo.
Bermejo, salmantino de la calle Rector Esperabé “justo debajo de la Casa Lis”, estudió Historia en la Universidad de Salamanca en los 80:
Días antes de empezar no tenía claro qué hacer. Al final me decanté por Historia, pero tardé en implicarme a fondo. Los dos primeros años fueron poco estimulantes, el planteamiento era `yo suelto aquí mis apuntes, vosotros tomáis nota y luego me lo contáis´. No fue hasta tercero con profesores como Baltasar Cuart cuando la cosa ya me pareció estimulante porque te orientaba a buscar y a leer.
El camino que le lleva a los deportados españoles comienza con una beca en París. Allí tiene un primer contacto con el mundo del exilio a través de Antonio Soriano, toda una referencia por su librería española en la capital francesa. Pero será un tiempo después cuando su foco se centre específicamente en los deportados a los campos del nazismo:
La oportunidad llega más tarde con la UNED. Hubo un proyecto para hacer un documental. No sólo un documental. Pensamos en construir un archivo de historias de vida. Al final no fue ni una cosa ni la otra, pero fue en ese momento cuando pudimos ir recogiendo algunas historias de viva voz de gente que había pasado por los campos. Ese proyecto se hace a medias con la Universidad de Toulouse. De hecho, la primera vez que me habla alguien de Boix fue en Toulouse, en una de estas entrevistas con un señor que se llamaba Tapia y que tenía copias que le había pasado Boix.
Fue el único español que declaro en los juicios de Núremberg y sin embargo su historia…
Sí, había pasado bastante desapercibida.

Francisco Boix durante su declaración en los juicios de Núremberg.
Cuéntanos, ¿qué hizo Boix?
Hablando de fotografía que documente un campo de concentración, no hay nada comparable a lo que pasó en Mauthausen. De Mauthausen contamos con cientos de fotografías tomadas por los SS. No hay nada comparable aun sumando todo lo que encuentras de los otros campos.
Son fotografías que hacen los SS y que Boix y su compañero Antonio García salvan de la destrucción en el último momento.
En el último momento y tal vez mucho antes él ya fue escondiendo el material…
¿Porque trabajaba en el laboratorio?
Exacto.
¿Él era fotógrafo de profesión?
El ya ejercía un poco para la revista de la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas). Porque él se fue muy joven al frente. Hasta hace poco no sabíamos más, pero hacetres años apareció en Barcelona, en una casa de subastas, una colección de unas 1.400 fotos que al principio no se sabía que eran de él. Al cabo de un tiempo los que las compraron ya sabían que al menos la mitad eran fotos de Boix hechas en la Guerra Civil cuando él tiene 17 o 18 años. Y esto procedía de Francia, de alguien que las había comprado en un mercadillo.
Cuando sale del campo, vuelve a Francia y allí muere muy joven, en el 51, ¿Qué hizo en ese tiempo?
Trabajó esporádicamente, hizo reportajes, fue a distintos sitios. Sabemos que estuvo en Hungría, en Argelia, en Grecia, incluso siguió el Tour de Francia pero no tiene una salud muy boyante y muere en el 51.
“Fotógrafo en el infierno” (Llorenç Soler, 2000), documental sobre Boix en el que colaboró Benito Bermejo

El libro sobre Francisco Boix fue el primero de Bermejo. Después se embarcó con Sandra Checa -y con el apoyo del Ministerio de Cultura- en un proyecto amplio y minucioso: El Libro Memorial, que identifica a los cerca de 9.000 deportados españoles en los campos nazis. A la base de datos se puede acceder desde este enlace de Cultura.
¿Cómo abordasteis Sandra Checa y tú este trabajo?
Mauthausen está muy bien documentado.La gente que sobrevivió montó un equipo en las semanas que siguieron a la liberación del campo para llevarse las listas completas a París y poder informar a los familiares de las víctimas, que eran la mayor parte, porque murieron cerca de 5.000 y sobrevivieron dos mil y pico. Las identidades de los muertos estaban muy trabajadas. A partir de ahí, nosotros empezamos a ver cómo lo hacíamos con los deportados a otros campos. Ahí la tarea se hace más difícil porque todo estaba bastante disperso y mucho menos documentado. El caso más extremo es el de las mujeres que pasaron por el campo de Ravensbrück, al norte de Berlín. Ya en el origen muchas estaban con nombres falsos; no sabes si era el apellido del marido, si era un nombre falso del marido, si era el nombre de casada en Francia.
¿La identificación de algunos ha sido una labor detectivesca?
Sí, por ejemplo, siempre me viene el caso de un hombre que se apellidaba Salvo Belmunt. Ese era su nombre real. Sin embargo, en Mauthausen quedó inscrito como Vermut Salvo. El apellido Belmunt se convirtió en Vermut, como la bebida. No había en toda España, en las guías de teléfono, nadie que se apellidase Vermut. Al final, encontré una carta de unas señoras que escribían a la FEDIP (Federación Española de Deportados e Internados Políticos) preguntando si sabían qué pasó con su padre. Les contestaron que no aparecía nadie con ese nombre, pero cuando yo vi eso, me dije `esto me suena´. Ellas preguntaban por Joaquín Salvo Belmunt. El caso es que encuentro en la guía de teléfonos de Barcelona un señor que se llama así y me dice que él no, pero que por casualidad son dos hermanos casados con dos hermanas y él es el sobrino de la víctima. Me dice: `Esas señoras que usted me dice ya no viven pero queda un hijo que vive en Curitiba, Brasil´. Y este hijo se entera por primera vez en 2011 de lo que pasó con su padre. No sabía nada en absoluto. Casos como éste yo he conocido doce o trece.
¿Cómo es vuestro trabajo, visitar archivos, recuperar cartas, consultar guías telefónicas…?
Lo de las guías telefónicas parece una tontería pero ha sido bastante útil. Mira, por ejemplo, cuando lo de Boix, yo encontré al último responsable del servicio fotográfico de los SS en Mathausen, le encontré por la guía telefónica. Simplemente porque se me ocurrió buscar “Schinlauer” y en toda Alemania había doce.
¿Fuiste llamando uno a uno?
Ni siquiera. Había doce, pero vi que uno de ellos vivía en Genthin, y precisamente Boix había mencionado y lo menciona en Núremberg. Cuando habla de los dos jefes que tuvo, dice que era de un lugar cerca de Berlín, pero que no se acuerda del sitio. En la documentación de los procesos yo había visto que Schinlauer era de Genthin. Llamé por teléfono y se puso él.
¿Qué tal te recibió? ¿No le importaba hablar del pasado?
Me acuerdo que le pregunté: `estaría usted dispuesto a hablar de estas cosas´ y me dijo `sí, sí, estaría dispuesto porque no he hablado con nadie de esto´. El caso es que me recibió y me dedicó día y medio. Después me dijo que había que dejarlo, que por el momento le pesaba mucho todo lo que habíamos hablado, que estaban volviendo demasiadas cosas al recuerdo… Y ya nunca tuvo lugar otra entrevista. Esto debió de ser en 2001 y yo creo que él murió en 2004. Y en 2008 recibo una carta de una señora que me escribe desde Alemania. Es la hija de Schinlauer. Me cuenta que cuando su padre murió descubrió un cuestionario que yo le había enviado y que esa fue la primera noticia que tuvo de que su padre había sido de las SS y que había estado destinado en un campo de concentración.
¿No sabía nada?
Nada en absoluto. Eso ya me lo había dicho él, que no había contado nada a su familia ni a su mujer. Él se casó después de la guerra. Estuvo dos años preso de los americanos. Cuando lo dejaron libre, en el 47, volvió a su pueblo, Genthin, que ya estaba en la zona de ocupación soviética. El caso es que me recibió y me dejó hasta grabarlo en vídeo. Por qué no se lo había contado a nadie, le pregunto y me dice: `Das ist eine Schande´, una vergüenza…
Y eso que había sido “sólo” el jefe de fotografía…
Así me lo contó, que él no había estado implicado… Lo curioso es que lo que le ocurrió a su hija en 2008 es una réplica de otra historia que él mismo me había contado. Schinlauer me había dicho que había una excepción, que había hablado con un señor de estas cosas: `Cuando cayó el Muro en el 89, vino un hombre de Maguncia que me dijo `soy el yerno de Karl Märcker, que estuvo con usted en Mauthausen; vengo a verle porque cuando murió mi suegro, mi mujer encontró entre los papeles la correspondencia que había intercambiado con usted y ahí descubrió el papel de su padre, que había sido SS. Y desde entonces vive atormentada con esta historia y me dice siempre que ella está purgando por su padre.

Mauthausen no era un campo de exterminio al estilo de Treblinka y Auschwitz en la Polonia ocupada, pero eso no significa que la aniquilación no estuviera entre sus objetivos, sobre todo en un primer momento cuando el esfuerzo de guerra alemán no requería mano de obra esclava a gran escala. De hecho, me recuerda Bermejo, en la documentación los alemanes hablan de Vernichtung durch Arbeit (exterminio por el trabajo). De los 7.300 españoles que entraron en Mauthausen, 5.000 murieron en el campo.
El planteamiento era que la gente se muriese al cabo de cuatro o cinco meses, por comer poco, trabajos físicos duros y por no tener atención médica.
¿Por qué envían a los españoles a Mauthausen?
La única orden explícita que conocemos donde se dice lo que hay que hacer con los combatientes de la España roja es del 25 de septiembre del 40. Eso es al día siguiente de la reunión de Serrano Suñer en Berlín con la cúpula del III Reich. Si hubo una petición o hubo un acuerdo, no consta en las actas. Los deportados son gente que está en las compañías de trabajo extranjeras o en la Legión extranjera francesa. Lo primero es lo mayoritario. Caen prisioneros en la primavera y el verano del 40, los meten en campos de prisioneros de guerra y al cabo de unos meses los identifican como españoles rojos y los envían a Mauthausen. Luego hay otros, pero eso ya es minoritario, que estaban en la Resistencia francesa y caen más tarde.
La primera noticia que tuve de ti fue en el libro de Cercas cuando apareces como el historiador que desenmascaró a Enric Marco.
Yo conocí a Marco cuando todavía no presidía nada. Yo creo que acababa de insertarse en ese mundillo. Eso fue hacia el año 99 o 2000. Como eran tan pocos, yo tome nota para entrevistarle más adelante. Me interesaba porque además dice que ha estado en Flossenbürg, del que yo no conocía a nadie. A día de hoy no he conocido a ningún español que haya pasado por ese campo.
¿Desde el primer momento levanta tus sospechas?
No, al principio no, porque no tengo ni elementos para pensarlo. Después ya se convierte en secretario, todavía no era el presidente, de la Amical de Mauthausen de Barcelona. Y ahí se me presenta otro momento en que coincido con él y tengo ocasión de hablar más largo y tendido. Fue en una de las conmemoraciones de Mauthausen. Eso debió de ser hacia el 2002. Allí ya se cierra en banda completamente. Si no había pasado antes fue porque no hubo ocasión de hablar con detenimiento. Pero no es que yo le interrogara sino que a poco que intentabas hablar con él…
Y eso te hizo sospechar
Bueno, era una cosa increíble porque además era incoherente. Verás, hace unos días en París he intentado entrevistar a uno que sí que estuvo en Mauthausen y el hombre nos ha mandado a la porra, está en su derecho, pero, no sé cómo decirte, ese hombre está en su casa y no quiere saber nada. Pero no es muy coherente que un señor que va a conmemoraciones, que da entrevistas continuamente, que va a 50 escuelas al año te diga que no quiere hablar de eso.
¿A partir de ahí qué haces?
Veo que no cuadra nada pero con eso tampoco yo no sentía que tuviera que hacer nada de primeras y me esperé a tener la ocasión de profundizar un poco más… Hasta que en febrero o marzo de 2005 encuentro un documento que me da la prueba de que Marco no ha llegado a Alemania como deportado sino como voluntario. Se trata de un papelito que hay en el ministerio de Asuntos Exteriores en el que se le reclamaba para presentarse a filas. La respuesta por parte de la Capitanía General de Barcelona era que este señor se encontraba trabajando como productor contratado por la empresa Deutsche Werke Werft en Kiel. Así que en realidad él estaba legal, porque esa situación implicaba una prórroga.
Antes de que yo hablase con los de la Amical me llama el propio Marco. Porque yo había hablado con varios deportados, tampoco había muchos, y con los tres o cuatro que hablé les hice una pregunta: ¿qué hay que hacer con esto?. No era gente que estuviera en la Amical, en la Amical había muy pocos deportados; era gente que los conocía y había tenido alguna relación pero no estaban activos ahí. El caso es que, por lo que sea, llega a sus oídos y me llama. Esto debió ser marzo, y me dice `oye que es que he sabido que tú estás por ahí diciendo que yo… bueno, yo lo entiendo, pero creo que deberíamos hablar un día y yo te puedo aclarar´. Bueno pues muy bien. Y en eso quedamos. Pero va pasando el tiempo y le escribo para decirle que teníamos que hablar porque hay cosas que no deberían esperar mucho. Me responde que está muy liado, que hablaríamos después de que pasen las conmemoraciones… Bueno, pues justamente eso es lo que no tiene que pasar.

El presidente Rodríguez Zapatero en la conmemoración de 2005 en Mauthausen.
Hablamos de la conmemoración a la que iba a ir por primera vez un presidente del Gobierno español
Sí. Y en ese momento yo me planteo qué hacer porque ya faltaba poco tiempo. Es cuando contacto con el historiador Francisco Moreno Luzón, que estaba en el Centro de Estudios Constitucionales. Sabía que dependían de presidencia del Gobierno. Yo trataba de ver cómo se hacía para desactivar eso, a quién tenía que enviarle algo.
¿Aún no habíais publicado nada?
No. Yo sólo había hablado con algunos deportados y había redactado un informe de unas 12 páginas explicando que no podía ser que ese señor fuera a representar a los deportados españoles en las conmemoraciones. Respecto a la Amical, hablo con el sobrino de un deportado que está en la junta de Amical. Y él avisó en el último momento. Porque lo cierto es que Marco ya había viajado a Austria. El 7 de mayo eran las conmemoraciones. Yo volé a Viena el día 5 y es en el avión cuando leo en El País que Marco se ha sentido indispuesto y se ha vuelto de Viena a Barcelona.
¿Hasta entonces no había salido nada?
Nada. Yo no sabía lo que había pasado o dejado de pasar, si se lo habían tomado en serio o no en presidencia del Gobierno. Yo buscaba que lo tomaran en cuenta, que desactivaran el asunto sin que saliera necesariamente en los papeles.
¿Has vuelto a tener contacto con Marco?
No, Marco ya nada. Cuando veo lo de Cercas, que le entrevistó durante horas, hasta en siete ocasiones, yo no le envidio. Si le has conocido me imagino perfectamente esa escena en la que le va desmontando todo y Marco finalmente le dice “déjame algo”. Si conoces a Marco y sabes la voz que pone… Para mí es como si hubiera vivido yo esa escena.
La impostura de Marco como víctima de los nazis no es la primera ni la única. Las SS intentaron borrar todas las huellas documentales del Holocausto. La escala masiva del exterminio y su escasa documentación han propiciado la aparición de unos cuantos casos muy sonados de falsas víctimas. En España, unos meses antes de desenmascarar a Marco, Benito Bermejo y Sandra Checa publicaron un artículo que desmontaba la historia de Antonio Pastor, otra falsa víctima que incluso había recibido una medalla de la Junta de Andalucía.
En España yo creo que era particularmente fácil, porque lo de Antonio Pastor no tenía ninguna enjundia ni consistencia. Pastor no estuvo nunca en Alemania. No vio a los alemanes ni en pintura. Él estuvo internado en un campo francés, en el Vernet d’Ariège. Se volvió voluntariamente a España en el verano del 41 y aquí lo mandaron a los batallones disciplinarios, que eran como la mili para los castigados.
¿Cuándo construye su historia?
Posiblemente bastante tarde. Él sí conoce a otros que estuvieron en el Vernet y luego fueron deportados. Por lecturas o por lo que sea empieza a fabricar esa historia. Era de Almansa pero ya jubilado se va a vivir en Granada con sus hijas. Yo creo que ahí es donde se monta esta historia. No era tan activista de la memoria como Marco. Pastor tenía un estilo más sentimental. Tocaba el clarinete y eso lo convierte en un elemento de su historia. Llega a contar que él estaba en la orquestina que acompañaba a los presos camino de los trenes que les enviaban a Auschwitz. Introduce detalles de La Lista de Schindler. De hecho hay un documental de Canal Sur, “Mauthausen, vivir para contarlo”, en el que la estrella es Pastor y hasta toca al clarinete la melodía de La Lista de Schindler. Pastor murió en mayo de 2005, justo en el momento que estalla el escándalo de Marco.
Vuestro trabajo también ha servido para que los familiares reciban una compensación económica
Nunca pensé que esto tuviera una dimensión de trabajador social. Mucha gente no sabía que tenía derecho a unas indemnizaciones que daba Francia desde 2005 a todos los deportados desde Francia fueran o no franceses (27.000 euros). Nosotros empezamos a avisarles.
¿Cuál es la historia que más te ha impactado?
De los casos que no sabían absolutamente nada, hay alguno que me ha tocado bastante. Por ejemplo, el de los familiares de un deportado originario de Murcia. Unos viven en un pueblo de Albacete y otros en Alicante, en Benidorm. Esta gente no sabía absolutamente nada. En los años 80 habían acudido al Quién sabe dónde. Buscaban a su padre.
Yo encontré por la guía de teléfonos que en Murcia hay un hombre que tiene los apellidos de un deportado. Y sí, es un hermano, un señor muy mayor. Me dice que las hijas de su hermano nunca han sabido qué pasó con él. Me pone en contacto con ellas. Y se enteran en 2007 o 2008. Para ellas enterarse de lo sucedido fue como una revolución porque lo habían intentado por todos los medios.
Ahora estáis a punto de sacar un libro sobre las cartas de los deportados, ¿Queda mucho por contar?
Yo estoy ahora metido en un proyecto sobre César Orquín, un español que estuvo en Mauthausen. A partir del 41 lo nombraron Kapo, jefe de un grupo de presos en un campo donde estuvieron construyendo una presa. De los 300 a 400 que estuvieron en ese grupo en cuatro años murieron “solo” una docena de personas, la mayoría por accidentes. Uno de los que estuvo en ese grupo, Joaquín Amat-Piniella, escribió una novela en el 46 o el 47 -que no se publica hasta muchos años más tarde-. La tituló KL Reich y contó bastantes detalles de esa historia. Cesar se quedó en Austria un tiempo y a principios de los 50 emigró a Argentina. La mayor parte de los que estuvieron con él fueron defensores muy encendidos de su comportamiento, pero también tuvo sus detractores. Una cierta controversia rodea a César Orquín.