Al grupo de físicos matemáticos de la Universidad de Salamanca, que comenzó a gestarse en 1517 con la llegada de Juan Martínez Silíceo y Pedro Margalho, se unió en 1525 otra figura destacada: el humanista y cosmógrafo Fernán (o Hernán) Pérez de Oliva.
Nacido en Córdoba en 1494, hijo del médico del mismo nombre, comenzó su formación en 1508 en la Universidad de Salamanca donde, además de graduarse como bachiller de artes, se unió a las tesis nominalistas influenciado por su profesor de lógica, fray Alonso de Córdoba. Continuó sus estudios el curso 1511-1512 en la Universidad en Alcalá, para pasar luego a la Universidad de París, donde tuvo como profesor a Juan Martínez Silíceo. De allí viajó en 1514 a Roma, donde vivió tres años bajo la protección del papa León X, y tras un breve paso por España regresó en 1518 a la Universidad de París, donde ejerció de profesor de varias disciplinas.
En 1525 regresa definitivamente a España, y tras una estancia en Sevilla, llega como profesor a la Universidad de Salamanca, siendo sustituto de Pedro Magalho en la cátedra de filosofía moral (disputándosela a su maestro Alonso de Córdoba) y de Martínez Silíceo en la cátedra de filosofía natural (1526). En 1527 Pérez de Oliva es nombrado entre los expertos salmantinos de la Conferencia de Valladolid, dedicada a examinar las obras de Erasmo de Rotherdam, y también es designado por el emperador Carlos I como preceptor de su hijo nacido ese mismo año, el futuro rey Felipe II.
En el curso 1528- 1529 fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca, impulsando bajo su mandato la elaboración de un proyecto de Estatutos en 1529. Al curso siguiente, 1530-1531, pasaría a ocupar la cátedra de teología nominal, una época en la que por ejercer de testamentario en disputas por una herencia, se vio inmerso en procesos judiciales que le llevaron a prisión, motivo quizás de su muerte prematura en 1531.
A pesar corta vida, Pérez de Oliva dejó una amplia obra en la que destaca su “Cosmografía nueva”, resultado de un curso impartido entre 1526 y 1527, donde se entremezclan las matemáticas, siguiendo la ordenación geométrica de la representación del mundo concebida por Ptolomeo, con la experiencia de los marineros en sus viajes a las recién descubiertas tierras de América. El resultado es una imagen del mundo de forma esférica, con dos hemisferios y cuatro continentes, sobre los que el autor argumenta la determinación con exactitud de la latitud y la longitud de los lugares geográficos sobre un planisferio, a través de la teoría de la perspectiva lineal.
Publicó también textos sobre la historia de la astronomía y las matemáticas, como “Dialogus inter Siliceum, Arithmeticam et Famam” que acompañó en 1518 la publicación del “Ars Arithmetica” de su maestro Martínez Silíceo, “Razonamiento sobre la navegación por el Guadalquivir” escrito en 1524, y “De lumine et specie” y “De magnet”. En sus apuntes sobre luz y perspectiva, Pérez de Oliva, explicó la confluencia entre la teoría científica de la perspectiva y la práctica de los pintores.
Además, también se dedicó al estudio de otros temas, como promover el uso del castellano, hacer adaptaciones del teatro clásico, escribir una biografía de Colón junto a dos obras sobre la exploración de América, y elaborar diálogos sobre el uso de las riquezas, la dignidad del hombre o la castidad. Su sobrino, Ambrosio de Morales, recopiló parte de sus trabajos en “Las obras del maestro Fernán Pérez de Oliva” (1582) y “Las obras del maestro Fernan Perez de Oliua natural de Cordoua…: con otras cosas que van añadidas, como se dara razon luego al principio” (1586).