Siendo los catedráticos de astrología los máximos especialistas en matemáticas que el estudio salmantino tuvo en el siglo XV, y prácticamente todos ligados al Colegio de San Bartolomé, lo cierto es que también desde otras cátedras se venía incidiendo en el estudio de la geometría y la aritmética. Un claro ejemplo de ello lo encontramos a finales del siglo XV en el catedrático de teología y fraile jerónimo Gonzalo de Frías, que además de ocupar cargos destacados en los monasterios del Parral de Segovia y de San Jerónimo de Granada, llegó a escribir entre sus muchas obras algunos tratados matemáticos. Por esa misma época, antes de que en el siglo XVI llegara a Salamanca la generación de matemáticos nominalistas y físicos matemáticos, seguidores de la ciencia de París y de los calculadores de Oxford, en el estudio salmantino se formó otra generación de matemáticos humanistas, que vino a complementar el estudio astronómico o teológico de las matemáticas.
El interés de estos profesores humanistas se centró especialmente en la aplicación de las matemáticas a la cosmografía, una ciencia que trata la descripción del universo mediante mapas en los que se combinan conocimientos geográficos y astronómicos, de gran utilidad para diseñar las rutas de navegación y trazar las tierras del nuevo continente descubierto por Cristobal Colón en 1492.Un buen ejemplo de uno de esos mapas lo encontramos precisamente en el “cielo de Salamanca” pintado en la bóveda de la Biblioteca universitaria salmantina por Fernando Gallego (1440-1507), con sus “cuarenta y ocho imágenes de la octava esfera, los vientos y casi toda la fábrica y cosas de la astrología” como lo describiera el cosmógrafo Pérez de Mesa.
En esta nueva generación de matemáticos humanistas y cosmógrafos destaca Elio Antonio Martinez de Cala y Xarana, conocido como Antonio de Nebrija. Nacido en 1441 en la localidad sevillana de Lebrija, cursó sus primeros estudios en Salamanca, donde como bachiller se le atribuyen algunos de los apuntes de astronomía fechados en 1461 que se incluyen en las “Tabulae ad meridianum Salmantinum”, junto a las “Tabulae Resolutatae” del entonces catedrático de astronomía Nicolás Polonio. En 1463 viajó hasta Bolonia, en cuya universidad permaneció diez años, retornando a España para servir al arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca, e incorporarse a la Universidad de Salamanca como profesor de poesía y oratoria en 1475, pasando un año después a ocupar la cátedra de gramática y retórica. A partir de 1487 el mecenazgo de Juan de Zúñiga y Pimentel, último maestre de la Orden de Alcántara, permitió a Nebrija dedicarse a escribir sus obras, entre ellas la “Gramática sobre la lengua castellana”, publicada en 1492, que constituye el primer estudio de la lengua castellana y sus reglas.
En 1498 Nebrija publica “In Cosmographiae libros introductorium”, inspirado por la “Geographía” de Ptolomeo que había estudiado en Bolonia, y referido a los “libros” de Pomponio Mela, geógrafo romano del siglo I. En esta obra se alude por primera vez a los territorios descubiertos por Colón, situando a la Tierra en el centro del universo, representándola por proyección en un plano, y abordando el cálculo de sus medidas con precisión. El problema sería desarrollado también por Nebrija en tres de sus lecciones universitarias: “De mensuris” sobre las medidas, “De ponderibus” sobre los pesos, y “De numeris” sobre los números.
Fallecido su mecenas, en 1505 Nebrija regresa a su cátedra en la Universidad de Salamanca, que finalmente abandona en 1513, al considerarse vejado tras perder el concurso a una cátedra de prima de gramática, mejor dotada que la suya, que fue ganado por García del Castillo. Tras pasar por una cátedra en Sevilla, recaló como catedrático en la Universidad de Alcalá, cargo que ocupó hasta su muerte en 1522. Allí prosiguió la línea emprendida en su cosmografía, abordando el problema de la medida del tiempo en un ensayo no publicado titulado “De ratione calendarii” y una obra que si publicó, “Carmina ex diuersis auctoribus ab Antonio nebrissensi in calendarii ratione[m] collecta” coincidiendo con la solicitud del Papa León X a los científicos cristianos para colaborar en la reforma del calendario promovida por el V Concilio de Letrán (1512-1517). Sobre este mismo tema publicó también una obra dirigida a la gente común: “Tabla de la diversidad de los dias y horas y partes de hora en las ciudades, villas y lugares de España y otros de Europa que les responden por sus paralelos compuesta por el Maestro Antonio de Nebrija”, publicada en 1517.
Junto a Nebrija, cabe citar en esta generación de matemáticos humanistas del estudio salmantino al médico y profesor Francisco Núñez de la Yerba, quien reclamó que al igual que para los médicos se justificaba la necesidad del conocimiento de la astrología, la formación en cosmografía debía impartirse para médicos, filósofos, físicos naturales, astrónomos o teólogos. Nuñez de la Yerba es autor de “Cosmographia pomponii cum figuris”, obra basada en la cosmografía de Pomponio Mela, y editada el mismo año 1498 que la “Cosmografía” de Nebrija, en la que se ofrece también un estudio de las medidas terrestres a través de una tabla de longitudes y latitudes de noventa y cuatro lugares de la Tierra, incluyendo el cálculo de su medida completa en los siguientes términos: “De donde se colige que la longitud el orbe conocido sobre el arco del círculo equinoccial es de noventa mil estadios y sobre el paralelo más austral es de ochenta y seis mil trescientos treinta y tres aproximadamente. En cambio, en el paralelo más septentrional es de cuarenta mil ochocientos cincuenta y cuatro”.
También se suma a la misma generación Hernán Nuñez de Toledo y Guzmán, apodado el Pinciano, que tras ejercer como catedrático de retórica en la Universidad de Alcalá, se incorporó como profesor de latín a Salamanca, donde en 1523 sería nombrado catedrático de griego, tras la marcha de Antonio de Nebrija. A pesar de que el Pinciano no se dedicó a la astronomía, sus estudios y comentarios de los clásicos pueden considerarse textos científicos.