Entre las aportaciones de los matemáticos salmantinos al desarrollo de la navegación en el siglo XVI cabe destacar la de Pedro Nuñez, que ha pasado a la historia por su apellido latinizado “Nonnius”, con el que se denominó al instrumento por él inventado para medir longitudes: el nonio, antecesor del calibre o pie de rey.
De origen judío, nació en 1502 en Alcácer do Sal (Portugal) llamada Salacia por los romanos, de ahí que también sea conocido como Pedro Nunes Salaciense. Alrededor de 1517 viajó a Salamanca para cursar estudios, donde se licenció y se casó el mismo año, 1523. Regresó a su país en 1527 para asumir la educación del príncipe Luis, hermano del rey Juan III de Portugal, siendo nombrado cosmógrafo real en 1529, para después incorporarse como catedrático de filosofía de la Universidad de Lisboa en 1530. Allí comenzó a ejercer de profesor de matemáticas y como tal volvió a la Universidad de Salamanca, donde enseñó entre 1538 y 1544, año en que pasó a ser catedrático de matemáticas en la Universidad de Coimbra. Todo ello sin abandonar su puesto de cosmógrafo en la corte portuguesa, donde alcanzó el cargo de cosmógrafo mayor en 1547, que ejercería hasta su muerte en 1578.
Entre sus obras escritas se encuentran textos matemáticos como su “Livro de algebra em arithmetica e geometría” escrita durante su estancia en Salamanca en 1538 y que no sería publicado hasta 1567, o su “De erratis Orontio Finei” (1546) donde demuestra los errores en la obra del matemático y geógrafo francés Oronce Finé.
Sus obras más importantes son los tratados de navegación, el primero de ellos su “Tratado da sphera com a theorica do sol e da luna” (1537), que comienza con una traducción al portugués de los textos “De Sphaera Mundi” de Juan de Sacrobosco, “Theoricae novae planetarum” de Georg Peurbach y el libro primero de “Geographia” de Ptolomeo, para continuar con un “Tratado sobre certas dúvidas da navegação” y un “Tratado em defesa da carta de marear”. Tras esta obra vendrían “De crepusculis” (1542), “De arte adque ratione navigandi” (1546), “Pedri Nonni Salacencis Opera” (1566), “Petri Nonii Salaciencis de arte atque ratione navigandi libri duo” (1573) y “Annotações á mecánica de Arsitoteles e ás theoricas dos planetas de Purbachio com a arte de Navegar” (1578).
Fue en 1534 cuando inventó el “nonnius”, un dispositivo para medir longitudes que, acoplado con el astrolabio, permitía medir fracciones de grado de ángulos muy pequeños no indicadas en los instrumentos astronómicos y topográficos de la época.
Pero no es esta la única aportación científica por la que merece pasar a la historia Pedro Nuñez. Fue el primero en resolver el problema de determinar el crepúsculo mínimo para cada lugar de la superficie de la tierra, dos siglos antes de que fuera presentado por los matemáticos suizos Johann Bernouilli y Jacob Bernouilli.
Y también debemos a Pedro Nuñez la solución al problema de calcular la curva loxodrómica (también conocida como rumbo de Nonnius), definida por la trayectoria de un barco navegando siguiendo un rumbo que va cortando con ángulo constante todos los meridianos, demostrando que tiene forma de una espiral que se va cerrando en torno al polo de manera asintótica. Desmintió así la creencia, arraigada hasta entonces, de que ese rumbo servía para dar la vuelta al mundo y volver al punto de partida.