El dicho popular “saber más que Ciruelo”, con el que se identifica a quien demuestra erudición en muchas disciplinas, tiene en su origen a un matemático que estudió en la Universidad de Salamanca, antes de ampliar su saber en la Universidad de París, de nombre Pedro Sánchez Ciruelo, prolífico autor con aportaciones de gran difusión en muchas disciplinas, que terminaría sus días como canónigo magistral de la catedral de Salamanca.

Nacido en 1470 en Daroca (Zaragoza), en 1482 comenzó su formación en el estudio salmantino, donde las clases de Diego Torres y Rodrigo Basurto forjaron su vocación, en palabras que el propio Ciruelo dejó escritas: “Aprendí todas las artes liberales, especialmente las matemáticas, de preceptores peritísimos”. En 1492 viajó a París, para estudiar teología con maestros de las dos escuelas filosóficas antagonistas de la época: los realistas (apegados a las doctrinas de Santo Tomás de Aquino) y los nominalistas (seguidores de las ideas de Guillermo de Ockam). A la vez se dedicó a la enseñanza de las matemáticas, publicando en 1495 sus primeras obras sobre aritmética y geometría, inspiradas por los textos Thomas Bradwardine, del grupo de calculadores de Oxford cuya escuela se había extendido a París: “Thomae Bradwardini Arithmetica speculativa ex libris Euclidis, Boehii et aliorum bene revisa et correcta a Petro Sanchez Arabonensi Mathematicas legente” y “Tractatus arithmethice practice qui dicitur algorismus [a Petro Sanchez Ciruelo nouiter compilatus]”, “Geometria speculatiua Thome brauardini recoligens omnes conclusiones geometricas studentibus artium & philosophie aristotelis valde necessarias, simul cum quodam tractatu de quadratura circuli nouiter ed editio [reuisa a Petro sanchez ciruelo]”. A ellas seguirían en 1498 sus comentarios al tratado “De Sphaera Mundi” de Juan de Sacrobosco, que tituló “Dialogus disputatorius in additiones opus de sphaera mundi Joannis de Sacrobosco // Uberrimum sphere mundi commentum interseteris etiam questionibus domini Pedri de Aliaco”.

Regresó a España en 1502, para ser catedrático de filosofía en la entonces Universidad de Sigüenza, el Colegio de San Antonio de Portacoeli. De allí Ciruelo pasó en 1505 a la Universidad de Zaragoza, hasta que en 1509 aceptó la invitación del Cardenal Cisneros para ocupar la cátedra de teología de la Universidad de Alcalá, donde se seguían los textos de Santo Tomás de Aquino, rechazando la oferta que le hizo la Universidad de Salamanca para incorporarse como catedrático de filosofía nominalista.
Ciruelo publicó nuevas obras matemáticas durante su estancia en Alcalá, como el “Cursus quattuor mathematicarum artium liberalium” (1516), dando continuidad a los tratados matemáticos inspirados en las obras de Bradwartine, realizando nuevos comentarios a la “Shpaera” de Sacrobosco, siguiendo las ideas de los calculadores, para los que las matemáticas disponen lo homogéneo en el orden necesario hacia la verdad racional y proporcionan a las ciencias el lenguaje común que, mediante la dialéctica, permite la construcción de un método universal. Desde esa perspectiva, las matemáticas del quadrivium se dividían en aquellas que son absolutamente ciertas por estar basadas en la demostración científica (aritmética y geometría, las matemáticas puras) y aquellas que son mixtas, en tanto que son demostrativas y admiten opinión (la astronomía y la música, las matemáticas aplicadas). Entre los alumnos de Ciruelo en Alcalá, que se impregnaron de este conocimiento, figura Domingo de Soto, quien luego llevaría este mismo enfoque matemático a la Universidad de Salamanca.

Las obras matemáticas de Ciruelo abordaron también la lógica, la filosofía, la historia y las humanidades. El reconocimiento a sus amplios saberes le llevó a figurar entre los preceptores del rey Felipe II, y a participar en la Conferencia de Valladolid, convocada en 1527 para juzgar la obra de Erasmo de Rotherdam, pronunciándose en su contra.
En el año 1533 Ciruelo dejó la Universidad de Alcalá, trasladándose a Segovia, donde ocupó el cargo de canónigo magistral de la catedral, y desde allí regresaría en 1537 a Salamanca para ejercer el mismo oficio eclesiástico, falleciendo en 1548.