Al comenzar el siglo XVI la cátedra de matemáticas/astronomía de la Universidad de Salamanca es ocupada desde 1504 por Sancho de Salaya, hijo del que años atrás fuera titular de esta cátedra, Juan de Salaya.

Nacido en 1469, Sancho había ingresado en 1500 en el colegio Santa Cruz de Valladolid. Su magisterio en Salamanca coincide con una época en que el emperador Carlos I, sucesor de los Reyes Católicos, requería los servicios de profesores de esta Universidad para los asuntos de estado. Este fue el caso de Sancho de Salaya a partir de 1506 es reclamado como médico de la Inquisición, a la que se incorporó tras apenas ejercer dos años su magisterio en el estudio salmantino.

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Su cercana relación con la corona hace que Sancho de Salaya forme parte en 1524 de la Junta de expertos de España y Portugal que reunidos en Badajoz y Helvás debían acordar a cuál de las dos naciones pertenecían las Islas Molucas, un acuerdo que no se llegó a alcanzar. En esa Junta coincidió con Tomás Durán, catedrático de matemáticas en Valencia tras haber estudiado en Salamanca, que venía de participar en 1512 en la Junta de Burgos que elaboró las leyes para las tierras americanas descubiertas por Cristobal Colón. En la representación portuguesa en esa Junta estaba también Pedro Margalho, que en 1525 obtendría la cátedra de filosofía moral de la Universidad de Salamanca.

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Las disputas que venían produciéndose entre españoles y portugueses tras el descubrimiento de Colón se acallaron en 1526, con el matrimonio entre Carlos I y la infanta Isabel de Portugal, hija del rey Manuel I. De este modo la emperatriz Isabel comenzó a intervenir en las peticiones de la corona a la Universidad de Salamanca, que se había comenzado a oponerse a que el emperador se llevara los mejores maestros del estudio.

Las solicitudes de Isabel, muy querida por el pueblo, nunca fueron negadas. Y así fue como en 1527 la Universidad de Salamanca concede un permiso de tres años a Sancho de Salaya para que se instale en la Corte como médico del Consejo de la Inquisición, manteniendo su cátedra a la que se asignarán sustitutos o “media multa”. Trascurrido ese tiempo, y estando Sancho de Salaya ejerciendo también como médico de la emperatriz, se produce la solicitud para que se renueve el permiso, que vuelve a ser concedido. Y así continúa en 1538, con el nombramiento de Sancho de Salaya encabezando los médicos del Consejo de la Inquisición, a la vez que manteniendo su cátedra en Salamanca, atendida por profesores sustitutos, hasta su muerte que tuvo lugar hacia 1542.

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Esta dedicación a la medicina de Sancho de Salaya, no era sino una aplicación práctica de sus conocimientos astrológicos, de los que dejó constancia en su obra “Repertorio de los tiempos” publicada en 1536. Se trata de una revisión y ampliación de la edición de 1542 de una obra del mismo título de Andrés de Li, astrónomo de Zaragoza, dónde se recogen cálculos de las posiciones de la luna y otros elementos astrológicos, así como tablas astronómicas con la situación de las ciudades más importantes, la composición del reloj de sol y la resolución de problemas geométricos para medir alturas y distancias a lugares inaccesibles. A su vez esta obra es una ampliación del “Lunario” de Bernardo Granollach, astrónomo de Barcelona, cuyo título completo es “De la nobilissima art e scientia de Astrología es stat tret lo present Lunari per lo Egregi a Sapientissim astrolech Mestre Bernat de Granollachs Mestre en Arts y en medicina de la inclita ciutat de Barcelona”.

La aportación original de Sancho de Salaya a estas obras es una ampliación en 22 del lunario, y una Tabla de Salomón para conocer “las conjunciones y llenos de la luna hasta el fin del mundo”. Como curiosidad, cabe citar que Andrés de Li era un judío converso, que en 1490 había sido apresado por el tribunal de la Inquisición para la que luego trabajaría Sancho de Salaya, publicando tras su liberación diversas obras de carácter religioso.

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