Centenario de la concesión a la Santa del Doctorado Honoris Causa

El Claustro de la Universidad de Salamanca, en sesión de 4 de marzo de 1922, presidida por Miguel de Unamuno, acordó por aclamación otorgar a santa Teresa de Jesús el Doctorado Honoris Causa. La Santa fue así la primera doctora honoris causa de la historia. En 1970 se convirtió también, por decisión del papa san Pablo VI, en la primera doctora de la Iglesia Católica.

“Yo no conocí, ni vi, a la madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra, mas ahora que vive en el cielo la conozco y veo casi siempre en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas, y sus libros, que a mi juicio son también testigos fieles, y mayores de toda excepción de su grande virtud. Porque las figuras de su rostro si las viera, mostráranme su cuerpo; y sus palabras, si las oyera, me declararan algo de la virtud de su alma”. Con estas palabras, fray Luis de León, gran maestro del Estudio salmantino, comienza el prólogo, dirigido a las madres priora Ana de Jesús y religiosas carmelitas descalzas del monasterio de Madrid, de la primera publicación completa y ordenada de la obra de la Santa, titulada “Los libros de la madre Teresa de Jesús fundadora de los monasterios de monjas y frailes carmelitas descalzos de la primera regla”, impresa en Salamanca por Guillermo Foquel en 1588. Ciertamente, y este dato no suele comentarse, fue fray Luis de León el primer editor de santa Teresa de Jesús y, gracias a él y a Ana de Jesús, la sucesora de Teresa, recibió su obra literaria el reconocimiento merecido.

El papa Gregorio XV canonizó a Teresa de Cepeda y Ahumada, santa Teresa de Jesús, el 12 de marzo de 1622. Su festividad pasaría a celebrarse el 15 de octubre. Como recuerda Jerónimo Hernández de Castro, responsable de protocolo de la Universidad de Salamanca, en su libro “Los primeros doctorados honoris causa en España”, el entonces obispo de Salamanca, Julián de Diego y García de Alcolea, propuso que la conmemoración del III Centenario de la canonización alcanzara la máxima repercusión posible, “contando incluso con la presencia de los reyes y del jefe del Gobierno”.

Los estatutos de la Universidad de Salamanca redactados en el marco de la efímera reforma universitaria, en la que se introdujo la autonomía, promovida por el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes César Silió, fueron aprobados por el artículo 10 del Real Decreto de Estatutos de las Universidades de 9 de septiembre de 1921. Se crea en ellos la figura del Doctorado Honoris Causa, que sustituye a otros reconocimientos honoríficos anteriores, como la imposición de borlas e insignias, y el procedimiento para su concesión por el Claustro.

Poco después de la entrada en vigor de aquellos estatutos se inició el primer procedimiento para la concesión de un Doctorado Honoris Causa. La candidata sería además la primera mujer propuesta en España. Y así lo describe Alberto Navarro González, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Salamanca, en su lección inaugural del curso 1982/1983 en Ávila, en el IV Centenario del fallecimiento de la Santa, pocos días antes de la llegada a esta preciosa ciudad amurallada del papa san Juan Pablo II:

“El 10 de enero de 1922, el obispo de Salamanca, doctor de Diego y Alcolea, dirigió al rector y claustro de la universidad una petición en la que solicitaba que la universidad proclamara que santa Teresa de Jesús era acreedora a ostentar en su imagen los emblemas doctorales. En la sesión de claustro ordinario celebrada el 4 de marzo del mismo año, bajo la presidencia del vicerrector, don Miguel de Unamuno, tras oír el dictamen de la comisión de claustrales leído por el profesor de literatura, doctor García Boiza, se acordó conceder por aclamación a la santa el título de doctora honoris causa de la universidad”.

El acto académico de investidura se celebró solemnemente en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 6 de octubre de 1922, anticipándose en casi cinco decenios al nombramiento por el papa san Pablo VI de la primera Doctora de la Iglesia Católica, que también fue santa Teresa de Jesús, el 27 de septiembre de 1970. El acto fue presidido por los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Contó con las intervenciones del rector, Luis Maldonado de Guevara, quien justificó en su emotivo discurso las razones de la concesión y manifestó su satisfacción porque “la gloriosa Universidad de Salamanca empezara el ejercicio de su régimen autonómico con la concesión del título de doctor honoris causa a nuestra gran compatriota”.

Continuó la laudatio el obispo Julián de Diego y García de Alcolea con un original discurso que tituló “Cómo contestaría santa Teresa, por mandado del señor obispo de Salamanca, a la declaración de doctora honoris causa de la universidad”. También intervinieron el arzobispo de Valladolid, Remigio Gandásegui y Gorrochátegui, así como el presidente del Gobierno, José Sánchez Guerra, y concluyó el rey.

Finalizo estas líneas con unas sentidas palabras del rector Maldonado de Guevara, que en su discurso del 6 de octubre de 1922 también acudió a fray Luis de León, a causa de su admiración por nuestra muy querida abulense santa Teresa de Jesús:

“Después de esta apelación al más grande de los humanistas de esta Escuela y de sus paladinas manifestaciones (…), sería antes que imprudencia osadía, el que yo añadiera una palabra respecto de los antecedentes literarios de nuestra excelsa doctoranda, porque, al cabo de lo dicho, no habrá en este claustro, ni en ningún otro gremio universitario, quien se crea capaz de tales obras, ni se sienta más digno de tales encomios, ni pueda ceñir a su frente, con mayor decoro, la borla doctoral. Por eso no hemos dudado (…) en otorgar a la Santa un lugar preeminente en nuestro claustro”.

Publicado en el Diario de Ávila el domingo, 27 de febrero de 2022