Antonio de Nebrija como creador y vendedor de pensamientos

La obra de Nebrija ha gastado ríos de tinta. Voy a referirme sólo a su creación de ideas en Salamanca y a la comercialización de las mismas.

La difusión de la imprenta modificó la forma de comunicación de las novedades en Europa y Nebrija fue uno de los intelectuales que de forma más clara y temprana se dio cuenta del valor comercial de la creación cultural. No conozco caso previo de un creador y simultáneamente vendedor de ideas. Nebrija no sólo elaboraba un producto nuevo, sino que muchas veces lo edita en su propia editorial, convirtiéndose de este modo en autor, promotor comercial, impresor capitalista y vendedor de pensamientos. En 1481 publicó en Salamanca las Introductiones latinæ, el segundo libro editado en la ciudad, rápida y ampliamente “explotado” económicamente, pues sus mil ejemplares se agotaron inmediatamente, reeditándose en Salamanca (1482, en latín y castellano en 1486, c. 1486, 1495, 1499, 1501,…), en Zamora (c. 1487), en Barcelona (c. 1501)… La obra tuvo unas doscientas reediciones hasta finales del siglo XVIII. Aunque se ha debatido sobre la posible incompatibilidad del oficio de impresor con el puesto de profesor, al menos treinta y tres obras salieron de la imprenta nebrisense durante su vida, entre ediciones y reediciones de textos propios y ajenos. Nebrija fue, además, el primero en reclamar derechos de autor, mucho antes que lo hiciera el Estatuto de la Reina Ana de Inglaterra, de 10/V/1710, antecedente del copyright.

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Figura 1. Antonio de Nebrija, el redactor de la primera gramática impresa de la lengua castellana.

Es conocido que su Gramática castellana (Salamanca 1492) fue la primera gramática del español y la segunda gramática de una lengua europea moderna (tras la Grammatica italiana, c. 1450, de Leon Battista Alberti; que no puede compararse con la de Nebrija) ¿Qué ideas novedosas contiene?

– Promovió una “lengua-patrón” como vínculo de unidad imperial, patente en la conocida frase del prólogo:

“Cuando bien comigo pienso, mui esclarecida Reina, i pongo delante los ojos el antigüedad de todas las cosas, que para nuestra recordación y memoria quedaron escriptas, una cosa hállo y: sáco por conclusión mui cierta: que siempre la lengua fue compañera del imperio”.

Proyección conocida también en su dedicatoria de la obra a Isabel la Católica, la “reina i señora natural de España i las islas de nuestro mar”. En su estancia en Italia comprendió la cuestión de la lengua y se propuso aumentar el prestigio del castellano a través de un programa de publicaciones donde exigía limpieza y perfección. Con el apoyo de la reina, el castellano podría convertirse en instrumento de imposición legislativa para los vencidos y en elemento clave de la futura evangelización. Según Esparza, “la Gramática Castellana del nebrisense vino a inaugurar un periodo de casi dos siglos en los que la lengua española, convertida en lengua del imperio, experimentó un desarrollo, interno y externo, extraordinario”. El castellano adquirió nuevo carácter cuando en 1530 sirvió por primera vez de soporte al discurso de una coronación imperial, como la de Carlos V en Bolonia: el Papa coronó al castigador de Roma (Saco de Roma, 6/V/1527), respondiendo éste en español en lugar de hacerlo en latín, lengua de los acuerdos internacionales y lengua oficial de la cristiandad.

Esta “invención” de la lengua vulgar codificada tendría brillante futuro, como vemos por ejemplo en Los Nombres de Cristo de fray Luis de León, cuando escribió:

“Si porque a nuestra lengua la llamamos vulgar se imaginan que no podemos escribir en ella sino vulgar y bajamente, es grandísimo error; que Platón escribió no vulgarmente, ni cosas vulgares, en su lengua vulgar”.

Nebrija proponía los cuatro primeros libros de esta gramática como base para el estudio del latín porque en aquel tiempo parecía -como dijo poco después Juan de Valdés– que “las lenguas vulgares de ninguna manera se pueden reduzir a reglas”. A pesar de que hasta el siglo XVII se consideró inconcebible, por innecesario, elaborar una gramática para nativos, Nebrija escribió también las Reglas de ortographia en la lengua castellana… (1517). Su gramática y estas reglas abrieron una senda de temática concomitante en la que cabría recordar el Diálogo de la lengua de Valdés (1535), el Arte para bien leer y escribir de Andrés Flórez (1552), La manera de escribir en castellano de Martín Cordero (1556), la Gramática castellana de Villalón (1558), la Ortografía castellana de Correas (1630)… Éste último era catedrático de griego de la Universidad de Salamanca y, en 1625, redactó asimismo un “Arte <grande> de la lengua española castellana”, que quedó manuscrito. En 1651 Juan Villar mantenía aún el aprendizaje del castellano como medio para el conocimiento del latín en Arte De La Lengva Española. Redvcida a reglas, y pre ceptos de rigurosa gramatica…(1651). Por fin, en 1771, vería la luz la Gramática de la lengua española editada por la Real Academia Española.

– Recogió “el orden natural de la gramática”; es decir, las reglas de la lengua materna como preparación para el estudio del latín y del castellano propiamente dicho, dividiendo su estudio en ortografía, prosodia y sílaba, etimología y dicción, y sintaxis; un quinto libro con el “orden de la doctrina” que Nebrija titula De las introducciones de la lengua castellana para los que de estraña lengua querrán deprender, mucho menos detallada que la parte dedicada a la docencia para nativos. Fijó en diez partes la oración, perdurando hasta hace poco: nombre, pronombre, verbo, participio, preposición, adverbio, interjección, conjunción, gerundio y supino.

– Superó el descrédito del castellano como lengua vulgar, otorgándole el mismo rango epistemológico que el latín y propugnando su consenso como lengua patrón (libro II, cap. 1, fol. 17 r.), con una codificación precisa dotada de rigor ortográfico y gramatical, más que léxico; e intuyó además el origen de la lengua castellana a partir de un latín corrompido de los godos.

– Al defender una ortografía fonética más que etimológica, Nebrija indica la necesidad de escribir como se pronuncia y pronunciar como se escribe, lo que permitió un más fácil acceso del pensamiento al pueblo. Esta fijación del lenguaje debería hacerse con la intervención y el consentimiento de la reina y de los expertos.

– Fundamentó el idioma en razonamientos íntegramente gramaticales, y no en supuestos semánticos -que es otra gran novedad-. Afirma Lope Blanch que el capítulo siete del primer libro puede considerarse como el primer intento de gramática histórica hecho en nuestro idioma, con aciertos sorprendentes. Es notable su reconocimiento certero de las perífrasis verbales castellanas, inclusive las de futuro, cantaré y cantaría. Aquilató en todo su valor la lengua popular y la poesía tradicional, que utiliza con frecuencia en su libro a título de ejemplo, y estuvo muy acertado fue también su concepto fonético de la ortografía.

– Subrayó el valor de las preposiciones y el artículo en nuestro idioma, en contraposición con la función de los casos en latín. Advirtió de la especificidad de don en castellano, como sustitutivo del pronombre (libro III, cap. 2, fol. 28 v.). Habló de la posibilidad de usar nuevas letras “de las que faltan en nuestra lengua”, refiriéndose a la ll (libro I, cap. 10, fol. 16r.) y a la ñ (libro I, cap. 5, fols. 9 v. y 10 r. y libro I, cap. 6, fol. 11 r.), a las que él denomina “letras dobladas” respectivamente de la l y de la n. Defendió la oposición contable/no contable en la marcación de plural en los nombres, una única voz flexiva (la activa, en oposición a la pasiva y la media), las diversas funciones sintácticas del pronombre se, inexistente en latín, y la oposición entre verbos transitivos e intransitivos (una oposición que en latín, por el sistema de casos, es superflua).

Paradójicamente el éxito económico y cultural de la gramática de Nebrija fue nulo en su época; se publicó sólo una vez en vida de su autor y una segunda vez a mediados del siglo XVIII. Miguel Ángel Esparza Torres lo calificó de “enigma”, explicándolo como una falta de comprensión del método para la enseñanza del latín que Nebrija propuso en ella. Es decir, que esta obra sólo comenzó a ser rentable económicamente cuando se impuso una reconstrucción vivificadora y la corrección gramatical del castellano.

A pesar de ello, el camino hacia la fijación de la lengua española quedó abierto, como se aprecia en la apostilla del anónimo compilador de la Primera parte de las Sentencias que hasta nuestro tiempo para edificación de buenas costumbres están por diversos autores escritas (Lisboa, 1554), cuando dice:

“Aceptose este lenguaje (el español) no por mejor, más por más general y porque los otros son particularmente de los suyos y éste casi es tan propio a los ajenos como a los suyos”.

Nebrija, con esta gramática, contribuyó a pasar el español al rango de lengua clásica y al estatus de en una disciplina independiente hasta el nacimiento de la lingüística como materia científica, en el siglo XIX, siendo hoy uno de los seis idiomas oficiales de la ONU. Pero la influencia de este autor no se agotó en esta Gramática, pues su humanismo influyó también decisivamente en el mundo universitario, español y europeo. Es más, hasta 1521, el grueso de la producción editorial en Salamanca se debió a las ediciones de Nebrija y de sus discípulos.

En próximas entradas en este blog veremos el nacimiento de nuevas formas y temas literarios así como la creación de conceptos básicos de la ciencia moderna.