Hoy en día la oferta de videojuegos es tan amplia y diversa que es difícil elegir el preferido por los aficionados, pero si preguntamos por los juegos electrónicos más populares a finales de la década de los ochenta del siglo XX, entre los favoritos seguro que estará el tetris, entretenimiento que consiste en encajar cinco curiosas piezas surgidas a modo de rompecabezas matemático, en cuya denominación se une el prefijo tetra (cuatro, en griego) con la palabra tenis (juego de devolver la pelota lanzada por el adversario).

La historia comienza en 1953, cuando el matemático estadounidense Solomon Golomb (1932-2016) propuso en una charla en el Club Matemático de Harvard un tipo de puzzle cuyas piezas serían objetos geométricos consistentes en la unión de varios cuadrados del mismo tamaño que se juntan haciendo coincidir uno de sus lados. El ejemplo más sencillo, unir dos cuadrados, produce precisamente la pieza del dominó, y Golomb propuso que jugando con esa palabra, rompiéndola en do-minó (refiriéndose a dos “minó”), cuando las piezas tuvieran más cuadrados debía denominarse “poliminós”.

En particular, jugando con prefijos griegos, las piezas de 1 cuadrado serían “monominós” (y sólo hay una pieza posible), con 2 cuadrados aparece el ya conocido “dominó” (sólo hay una pieza posible, el rectángulo que sale de unir los dos cuadrados). Cuando se utilizan 3 cuadrados surgen los “triminós”, de los que hay 2 posibles (salvo giros y simetrías): los tres cuadrados en fila, o dos en fila y otro a un lado). Y con 4 cuadrados se obtienen los denominados “tetraminós”, familia de 5 piezas distintas (salvo giros y simetrías) con cierto parecido a las letras “I” (formando una fila de 4)”, “T” (una fila de 3 y el otro cuadrado en el medio del lateral), “L” (una fila de 3 y el otro cuadrado en un extremo del lateral), “O” (una fila de 2 sobre otra fila de 2, formando un cuadrado) y “Z” (una fila de 2 sobre otra fila de 2 desplazada)

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Sucesivamente, con 5 cuadrados resultan los “pentominós”, que son 12 y sus formas se asemejan a ciertas letras del alfabeto (en concreto se asemejan a F, I, L, N P, T, U, V, W, X, Y, Z), sobre los que curiosamente ya había escrito en 1907 otro matemático y creador de juegos y puzles matemáticos, el inglés Henry Ernest Dudeney (1857-1930).

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Así se puede seguir sucesivamente, para obtener los “hexominós”, “heptominós”,…, hasta elaborar toda una teoría de los poliminós, con sus retos matemáticos para conocer cuántos hay y cómo se construyen.

Pero podemos quedarnos con retos más sencillos,  como calcular las simetrías de los tetraminós, de donde surgen las figuras geométricas que inspiraron en 1984 al ingeniero informático de la entonces Unión Soviética Alekséi Leonídovich Pázhitnov (nacido en Rusia en 1956 y que aún vive) y a sus colegas Dimitry Pavlovsky y Vadim Gerasimov para crear el Tetris, un juego que lo es también en su denominación, combinando las palabras “tetra” (por los tetraminós en que se inspira) y tenis (por el deporte favorito de Pázhitnov).

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Como Pázhitnov trabajaba entonces en el Centro de Computación de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, los derechos de autor se los quedó el gobierno soviético, que comenzó a vender el juego en 1986, a través de una empresa estatal creada sólo para eso, llamada Elektronorgtechnica (ELORG), aprovechando la difusión del juego para la promoción de las repúblicas soviéticas.

Nuestro ingeniero informático sólo pudo hacer negocio con su creación cuando en 1991 se instaló en Estados Unidos y se puso a trabajar diseñando videojuegos para grandes compañías como Nintendo o Microsoft. Así es como en 1996 pudo crear su propia empresa, llamada The Tetris Company, que comenzó por aliarse con ELORG (ya convertida entonces en una empresa rusa, tras la desaparición de la Unión Soviética) hasta finalmente conseguir absorberla en 2005, lo que no deja de tener su punto de justicia poética.

Así que ya ven, donde llega la intrahistoria del famoso juego del Tetris, todo porque un matemático decidió mirar las fichas de dominó de otra manera.