Entre las plantas que vinieron de América, el tabaco (Nicotiana tabacum) destaca por las implicaciones sociales y sanitarias que ha tenido a lo largo de la historia. Se sabe que los nativos de los territorios caribeños y centroamericanos utilizaban desde antiguo las hojas de tabaco con fines religiosos y medicinales. El explorador Rodrigo de Jerez, que acompañaba a Colón en su primer viaje, relató que vio a indios sosteniendo tizones encendidos en la boca y masticando las hojas de una planta. Más tarde, distintos viajeros españoles contaban que los nativos americanos tenían la costumbre de soplar el humo de las hojas secas de la planta tabaco enrolladas en forma de tubo.
El tabaco llegó a España y Portugal a principios del siglo XVI. Fue el francés Jean Nicot de Villemain quien, en 1560, como embajador en Portugal, envió hojas de tabaco a Catalina de Médicis, entonces reina regente de Francia. A su regreso a París en 1561, preparó para la reina un polvo con las hojas para utilizarlo como terapia de inhalación nasal contra los dolores de cabeza. El tabaco pronto se convirtió en un remedio popular en la corte francesa. El gran botánico Carlos Linneo (1707-1778) denominó Nicotiana al género de plantas del tabaco en honor de Jean Nicot. En 1828, los alemanes Wilhelm Heinrich Posselt y Karl Ludwig Reimann aislaron de la planta Nicotiana tabacum su principal alcaloide, al que denominaron nicotina.
En 1574, el médico español Nicolás Monardes fue el primero en describir las características botánicas y medicinales del tabaco en su libro De la Historia Medicinal: de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que sirven en Medicina (1). En él describe el uso que los nativos hacían de las hojas de tabaco y sus empleos medicinales. Curiosamente, Monardes nunca viajó a América, sino que estudiaba todas las plantas que llegaban al puerto de Sevilla, indagaba de los marineros sobre los usos que hacían de ellas los aborígenes, las plantaba en su huerto y analizaba sus propiedades medicinales. Según Monardes, la planta del tabaco tiene un tallo que sale de las raíces, grandes hojas verdes, una flor en forma de campana blanca y rosada en el centro y las semillas son pequeñas y oscuras. Para uso médico las hojas de tabaco se deben secar, moler en polvo o cocer. Entre sus virtudes, Monardes incluía la cicatrización de heridas, dolores de cabeza y dolores reumáticos. Fumarlo por la boca, decía, ayudaba a los asmáticos a expectorar.
El médico español Francisco Hernández describió también el tabaco a partir de su expedición a Nueva España (Méjico) de 1571 a 1577. Había sido enviado por Felipe II a estudiar las plantas de interés medicinal que allí se daban. Hernández era un verdadero científico que de manera exhaustiva estudiaba todas las plantas, las dibujaba, recababa los usos de los nativos e incluso las probaba el mismo en hospitales de la zona. Recopiló todos sus hallazgos en 16 tomos manuscritos en latín con el título Historia Plantarum Novae Hispaniae, que envío a Felipe II en 1576. Los libros se depositaron en la biblioteca de El Escorial, pero el infortunio acompañaría a tan magna obra: todo se perdió en el incendio de El Escorial en 1671. El material era tan excesivo que no había manera de publicarlo y el rey encargó al italiano Nardo Antonio Recchi, a la sazón médico de la corte, que resumiera en un solo libro las plantas que tuvieran mayor interés medicinal. Recchi terminó el encargo, dejó un manuscrito en latín en España y se llevó otra copia a Italia, falleciendo sin poder imprimirla. En 1615, se publicó en México la primera obra impresa en castellano con las aportaciones más importantes de Hernández, realizada por el dominico español Francisco Ximenez, que se había hecho con una copia del manuscrito en latín de Recchi, añadiendo a lo escrito por Hernández sus propios comentarios (2). Como usos medicinales del tabaco menciona que el humo es provechoso para el asma, corrige el mal aliento, conforta la cabeza, mitiga el dolor, hace sentir menos los trabajos y en forma de emplasto limpia las llagas. Pero advierte también de los daños del tabaco al que lo consume demasiado, como poner gruesas la lengua y la garganta, toda la cabeza como tiritando, produciendo excesivo calor en el hígado e hidropesía.
El tabaco se utilizó como medicina hasta el siglo XVIII. Por ejemplo, en 1688 el famoso médico inglés Thomas Sydenham trataba los dolores iliacos con humo del tabaco. Las propiedades medicinales del tabaco se interpretaron en la época según la teoría de los humores de Galeno, era considerado una medicina, se vendía en las farmacias y se citaba en las farmacopeas. Pero los usuarios que lo consumían por recreo o por moda se fueron haciendo adictos a él. También se usó para para prevenir enfermedades fumigando edificios.
El tabaco se consumía de varias formas: rollos de hojas secas y cigarros puros que al encenderse producen humo que se introduce en los pulmones, tabaco en polvo inhalado por la nariz (rapé) y tabaco para masticar, éstos al no quemarse no generan el humo de la combustión, como si ocurre con los cigarrillos, pero también son nocivos. Poco a poco fueron surgiendo otras formas de consumir tabaco como fumar en pipa o las cápsulas de tabaco para calentarlas sin quemarlo. Recientemente se han popularizado los cigarrillos electrónicos o productos de vapeo (3). A veces son usados para sustituir al tabaco, pero los aerosoles que generan (partículas dispersas en gas) pueden contener nicotina adictiva, saborizantes y sustancias químicas, algunas conocidas como perjudiciales para la salud, si bien los niveles de muchas de estas sustancias son significativamente inferiores a las del humo de los cigarrillos tradicionales. El aerosol que se inhala de un cigarrillo electrónico no es simple vapor de agua, como a veces se piensa, sino que contiene, además de nicotina, compuestos orgánicos volátiles, saborizantes como el diacetilo y en ocasiones se forma formaldehido que es cancerígeno. Los cigarrillos electrónicos son todavía bastante nuevos y se necesita más investigación para saber cuáles pueden ser sus efectos a largo plazo. Se ha sugerido que los cigarrillos electrónicos podrían ayudar a dejar de fumar, pero no hay todavía evidencia científica concluyente. Algunos estudios parecen indicar que el “vapeo” entre los jóvenes estaría relacionado con el consumo posterior de los cigarrillos convencionales y debiera desaconsejarse.
En el siglo XX saltaron las alarmas sobre los posibles efectos adversos del tabaco para la salud. En la actualidad, las principales autoridades sanitarias consideran que el tabaco es la principal causa de cáncer de pulmón y laringe, así como otros tipos de cáncer: boca, lengua y esófago. El humo del cigarrillo contiene cientos de compuestos químicos tóxicos, como la nicotina (responsable de la adicción), el monóxido de carbono, las nitrosaminas, benzopireno, etc. muchos de ellos cancerígenos (4):
Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del 25 de mayo de 2022 (5), el tabaco mata a más de 8 millones de personas cada año en el mundo. Más de 7 millones de esas muertes son el resultado del consumo directo de tabaco, mientras que alrededor de 1,2 millones son el resultado de la exposición de los no fumadores al humo ajeno. Según la OMS, en 2020, el 22,3% de la población mundial consumía tabaco. Además, la OMS insta a los gobiernos a que dejen de subvencionar el cultivo de tabaco y apoyen cultivos más sostenibles que podrían alimentar a millones de personas.
En la actualidad, la mayoría de los países promueven el abandono del hábito de fumar mediante apoyo psicológico, terapia de sustitución de nicotina en forma de chicles y parches y también con ciertos medicamentos. En España recientemente el sistema Nacional de Salud incluye para dejar de fumar los comprimidos Todacitan (con citisina, un alcaloide extraído del árbol Cystisus laburnum). En todos los casos es necesaria la prescripción y supervisión de un médico.
Resulta paradójico que una planta, que durante varios años fue considerada una opción curativa, haya terminado siendo la culpable de tantas enfermedades, tantas como para provocar en la sociedad actual la lucha contra el tabaquismo y suscitar la esperanza de que algún día el consumo de tabaco sea residual.
Fuentes
(1) Monardes, Nicolaus (1574). De la Historia Medicinal: de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que sirven en Medicina. Sevilla (copia en Google libros).
(2) Ximenez, Francisco (1615). Cuatro libros de la naturaleza y virtudes medicinales de las plantas y animales de la Nueva España. Extracto de las obras del Dr. Francisco Hernández, anotadas, traducidas y ampliadas en México el año de 1615, por Fr. Francisco Ximenez, religioso lego dominico. Reimpresión en México, Morelia, 1988 (copia en Google libros).
(3) American Cancer Society: https://www.cancer.org/es/cancer/prevencion-del-riesgo/tabaco/vapeo-y-cigarrillos-electronicos/que-sabemos-acerca-de-los-cigarrillos-electronicos.html/
(4) American Cancer Society: https://www.cancer.org/es/cancer/prevencion-del-riesgo/tabaco/agentes-cancerigenos-en-los-productos-de-tabaco.html/
(5) Organización Mundial de la Salud en español (Temas de salud > tabaco): https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/tobacco/
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