Seis de abril. Acabamos de oír un ruiseñor. El primero de este año. El año pasado, en 2017, fue el dos de abril.
Como dijimos en este mismo blog (Se van las grullas, 27 de febrero de 2017), a las grullas cuando vuelan se las oye y después casi siempre se las ve. A los ruiseñores se los oye y después no se los ve. Por eso, de los ruiseñores, lo primero que hay que aprender es a distinguir su canto, a identificarlo. La aplicación La Enciclopedia de las aves de España, de la Sociedad Española de Ornitología, de la SEO, tiene grabado un excelente trino de ruiseñor. Escúchalo. Date cuenta de sus melodías, de la diversidad de sus estrofas. Las que se oyen en la grabación no son todas, pero son suficientes como ejemplo. Nota la modulación, la declamación, la insistencia, el increscendo, la potencia, la exhibición, que yo creo consciente. Estas características te ayudarán a asimilar el modelo, a retenerlo, a ir reconociendo el canto del ruiseñor, de los ruiseñores. Así podrás ir acercándote al conocimiento de uno de los pájaros más citados en la literatura. Porque verlo es más difícil. Aunque llegarás a ello si perseveras en la identificación de su canto. Por su sonido sabrás dónde está. Siempre oculto si se ha dado cuenta de que lo buscas. Y siempre entre arbustos, entre la maleza, aunque no lo busques.
Para aprender a identificarlo cuando lo veas, que lo lograrás si persistes, estudia las fotografías y los dibujos de las SEO, y comprueba sobre ellos las características que cita en la descripción, identifícalas, date cuenta de ellas. Porque es un pájaro sin colores llamativos. Es de un pardo muy uniforme por arriba, con la cola un poco más rojiza, sobre todo al trasluz, y más o menos blanco grisáceo por abajo. El tamaño como el de un gorrión, aunque menos rollizo, más estilizado y con la cola más larga. Más elegante.
Conviene localizar cerca de donde vivas, en lugares que puedas transitar, por los que puedas pasear, lo que nosotros llamamos caminos de ruiseñores. Siempre zonas algo frescas con grupos de arbustos densos, zarzales incluidos. Los senderos a orillas de los ríos o próximos a ellas con matorral de cierta densidad son buenos candidatos, no los únicos. Así, de abril a junio, podrás salir a pasear, a andar y a oír ruiseñores. Un solista cada cierto trecho del camino. Y podrás comparar sus cantos. Verás que la calidad es variada. Y que los novatos van aprendiendo. Y, si perseveras, te puedes convertir en un buen especialista en cantos de ruiseñor. La probabilidad de oírlos es mayor por la mañana y al anochecer, al sereno, incluso bien entrada la noche. Pero pueden cantar casi a cualquier hora. Y es que al principio de su regreso, en abril y mayo, los machos, que llegan antes, buscan pareja, y con sus trinos se exhiben. A veces con admirable insistencia.
En esta época inundan el sur de Europa. España toda, salvo Las Islas Canarias y quizá la cornisa cantábrica. Como tantas otras aves, vienen de África para criar. Pasan aquí cada primavera y cada verano.
Es así, por las golondrinas, por los ruiseñores, por las oropéndolas… como podemos ir identificando diversas fases de la primavera. Y por las flores.