Pocos discreparán de que una de las principales señas de identidad de la universidad salmantina sea  la  Escuela de Salamanca: un grupo de teólogos y juristas que renovaron los programas de estudios bajo la tutela de Francisco de Vitoria durante 1526-1546. Si ha trascendido la enseñanza de aquel grupo dentro y fuera de nuestra universidad es porque desarrolló un programa original de investigación  de forma independiente a los dictados del poder: la Corona Imperial, la Inquisición o la Curia Romana.

La Escuela de Salamanca, denominación que Marjorice Grice-Hutchinson (1909-2003) supo conceptualizar en 1952 (The School of Salamanca, Readings in Spanish Monetary Theory), adoptó el enfoque del derecho natural  como base de un nuevo sistema de derecho internacional. Eso permitió que Vitoria pudiera denunciar la conquista de Perú por Pizarro en 1534 en defensa de los indios pronunciándose sobre la legitimidad de la conquista de América. Estamos ante una forma de razonar que desarrollaba una “conciencia crítica” sobre los aspectos violentos de la conquista.

Esa “conciencia crítica” es reivindicada hoy por diversos economistas al plantearse la enseñanza de la economía. Para los teólogos salmantinos economía y moral no eran ámbitos independientes. Tampoco lo fueron para Adam Smith como demostró en su obra Teoría de los sentimientos morales, a la que dedicó la máxima atención en las sucesivas ediciones. Pero hoy la economía que se enseña en las facultades suele adoptar una orientación mucho más positiva que prescriptiva. La economía se ha cosificado y ha perdido su carácter  de relación social. Los teólogos salmantinos tenían que dar respuesta a la licitud de los negocios alterados por la llegada de los metales preciosos  de América que hizo subir los precios ¿Eran ganancias justas? Ante esta situación ¿cómo evitar la usura?

Partir de un problema moral no impidió una aproximación relevante a la teoría económica, de modo que, con cierta dosis de exageración, podría decirse que  la economía nació en un confesionario. Azpilcueta, el doctor Navarro, esbozó  en ya 1556 la teoría cuantitativa de la moneda bien perfilada en 1597 por Luis de Molina: “Cuanto menor es la cantidad de dinero en un lugar más aumenta su valor y, por tanto, caeteris paribus,  con la misma cantidad de dinero se pueden comprar más cosas. Por ejemplo, si los frutos de la tierra abundasen en la misma proporción en dos provincias distintas  y una tuviera mayor cantidad de dinero que otra, esos frutos se venderían a un menor precio en la provincia con menos cantidad de dinero, y a un menor precio se colocarían también  los obreros en dicha provincia”.

Otra de las aportaciones que son reconocidas como fruto de la Escuela es la teoría subjetiva del valor. Los economistas clásicos (y los críticos como Marx) partían de la teoría objetiva: era la cantidad de trabajo para producir un bien la que marcaba su precio respecto a otros bienes. Los escolásticos salmantinos avanzaron hacia 1550  una teoría subjetiva y psicológica: el precio justo de las cosas depende de lo que sirve a la utilidad humana.

En fin, ahora que las recetas económicas de la austeridad son cuestionadas y se mira a Keynes como alternativa, bien está recordar que varias de sus ideas se inspiraron en las doctrinas de los escolásticos salmantinos.